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John Pemberton |
Cuando John S. Pemberton empezó a comercializar su jarabe tonificante en
la farmacia Jacobs de Atlanta, difícilmente habría podido imaginar que
estaba creando el primer producto global. Era 1886 y el refresco se
vendía sólo en las llamadas Soda Fountains, al ritmo de nueve
consumiciones diarias. Ni siquiera estaba embotellado. Pero la
popularidad que alcanzó en pocos años hizo que Atlanta se quedase
pequeña. Frank Mason Robinson, contable de Pemberton, decidió entonces
que el refresco necesitaba un carácter propio: lo bautizó como
Coca-Cola, alusión a los dos principales componentes de la receta
original, y dibujó unas letras reconocibles que, aún hoy, se identifican
de forma inequívoca con el producto. Estas dos decisiones cimentaron la
política de la marca: la publicidad diferenciaría Coca-Cola de sus
competidores. Cuatro años después de su creación, el refresco se vendía
en todos los estados de Estados Unidos, y en 1891 los propietarios
decidieron invertir 11.000 dólares de la época en publicidad. Para
entonces, Pemberton ya no se encontraba entre ellos. Al contrario que
Asa Candler, John Candler y Frank Robinson, su antiguo contable.
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Botellas de Coca-Cola antes de 1915 |
A principios del siglo XX, la Coca-Cola era ya la bebida más popular en
Estados Unidos. Desde 1899 se había distribuido embotellada, pues las
máquinas a presión comenzaban a perder popularidad. La dirección de la marca decidió reaccionar convocando un concurso para
diseñar el que sería su gran sello de identidad: su botella. Sólo se les exigió que el envase fuese reconocible incluso en la
oscuridad o estando roto. La ganadora fuer Root Glass Company.

Y es así como se marca en la historia el origen del sello principal de una marca tan aclamada y reconocida a nivel mundial como ninguna otra.

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